sábado, 22 de marzo de 2014

Pícaro S. XXI.

Torreblanca, Sevilla, a 26 de marzo de 2.014. 1. MI HISTORIA, TORREBLANCA. Soy un chico sevillano, concretamente de Torreblanca, un barrio marginal de Sevilla en el que nací. Tengo 14 años años y desde pequeño mis padres me han educado para robar, ya que en este barrio mucha gente se dedica al hurto y más aún a rebuscar en los contenedores. En muchos casos, la necesidad obliga y en otros o no se sabe o no se quiere hacer otra cosa. A pesar de ser un barrio conflictivo, se vive bien aquí. Tras decenas de lecciones, mis padres ya me dejan ir solo a apropiarme de lo ajeno, y cada día encuentro algo que merece la pena. Mi padre, Pablo, es un experto robando cobre. Lo encuentra por todas partes: cuadros eléctricos, cabinas telefónicas, edificaciones... y muy pocas veces lo han pillado. Me ha enseñado las destrezas necesarias para efectuar este tipo de robos y lograrlo sin electrocutarse, pues es un riesgo ante el que muchos sucumben. Mi madre, María José, es la mejor robando a los transeúntes, que despistados, se paran ante un escaparate o amablemente la informan de la hora. Después de su jornada, llega con carteras y algún que otro bolso. Pasó una temporada en la cárcel, durante la cual estuve al cuidado de mi padre. Mi madre tuvo suerte, salió sin cargos, pues no había testigos de su robo. Llegada la edad, mis padres me mandaron a la escuela, para seguir robando allí a maestros y alumnos. Al colegio voy cuando me apetece y robo lo que puedo. Mis padres tienen una pandilla de colegas, a quienes venden lo hurtado. Me lo paso fenomenal con ellos: nos emborrachamos, nos drogamos y hasta incendiamos contenedores. Mis padres pasan más tiempo robando que en casa, la cual es bastante modesta y vieja. Está hecha con uralita y contrachapado. Torreblanca es mi barrio y yo soy para él.
2. UNA ENSEÑANZA MÁS. Una tarde, mi adre me dijo que me llevaría al centro a robar, ya que era Semana Santa, se presentaba una oportunidad que no podíamos dejar pasar. Me dijo que iríamos a Triana y que robaríamos carteras entre la multitud. Mi madre estaría vigilando a distancia, y si estuviéramos a punto de ser descubiertos, ella fingiría un desmayo para desviar la atención de la muchedumbre y de esta manera proporcionarnos una vía de escape para huir. Cayó la noche y estábamos ya en el autobús. Llegamos a nuestro destino, nos coordinamos y pasamos a la acción. En media hora, nos hicimos con más de diez carteras que escondíamos como podíamos. Nos disponíamos a sustraer otra cartera más, cuando, de repente, una señora gritó: -¡Al ladrón!¡Al ladrón!¡Me han robado!¡No tengo mi cartera!-. Intentamos escabullirnos entre la densa masa de personas, pero nos fue imposible. Dos agentes se abrían paso hacia nosostros veloces y nos inmobilizaron nada más llegar. Un enorme cerco se abrió a nuestro alrededor en cuestión de segundos, del cual, progresivamente, salía la gente a la que habíamos robado para exigir sus pertenencias. Mi padre optó por que nos entregáramos y yo hacía caso a lo que me decía. Me dijo que entregase lo que tenía, para lo cual el agente me soltó los brazos. Estaba entregando lo que había robado cuando mi madre grito a lo lejos: -¡Me están robando!¡Auxilio que me roban!- Todas las miradas se desviaron entonces hacia ella, momento en el cual, mi padre me agarró del brazo y salió corriendo con migo a su lado. Corrimos y corrimos, entre callejuela y callejón, hasta que los hubimos despistado. El lugar de reencuentro era la Plaza del Duque, donde al rato nos reencontramos con mi madre. Aún nos quedaban cuatro carteras, que nos guardamos para volver a Torreblanca. Durante el viaje en autobús, estuve pensando en cómo se as habría arreglado mi madre para escabullirse de la gente en tan poco tiempo. De vuelta a casa, mi padre me dijo: -Hijo, sé siempre astuto, mejor entregar lo ganado y huir a que te arresten con mercancía. Tenlo siempre presente-. Tras esta conversación nos fuimos a cenar. Quedé impresionado con lo sucedido y me fui a dormir pensando en ello.
3. SOBRESALTO. Justo una semana después, una mañana el teléfono sonó. Mi madre lo cogió y dijo: ¡Hola Rosa!¿Qué te pasa? Se te nota muy angustiada. ¿Cómo?¿Y eso?...- Supe que algo malo sucedía. Mi madre me dijo: -Corre y busca a tu padre- Y así lo hice. Le dije que mamá lo llamaba y que debía de suceder algo. Se levantó del sofá y se dirigió a la habitación. Me dijeron que me esperase fuera, y así lo hice. Cuando hubieron salido, les pregunté que qué pasaba, y mi madre me contestó que habían arrestado al tío Paco. Pregunté cuándo y cómo y que si podíamos hacer algo en su ayuda. Me contaron que ayer por la noche estaba robando cobre cuando alguien debió verle y avisó a la policía, pero mi tío no se percató por la oscuridad. Al momento un coche policial llegó al lugar donde se encontraba. Par cuando quiso huir, tres policías estaban inmovilizando. Ha pasado toda la noche en la cárcel y están pensando en cómo sacarlo, ya que le ha caído una pena de tres meses. Estuvieron todo el día dándole vueltas al asunto, y al final llegaron a la conclusión de que tendría que cumplir condena, ya que no había forma de sacarlo de allí. Durante los tres meses consecutivos nos limitamos a ir a verlo a la prisión. 4. REFLEXIÓN. Irónicamente, durante ese tiempo pillaron también a mi padre hurtando cobre,pero a éste, por reincidente, le cayeron un año y cuatro mses de condena. Mi pobre madre, al cargo de la cual me encontraba enfermó, pero al no tener tarjeta sanitaria tuvo mi tía que encargarse de ella. Todo ese tiempo reflexioné sobre mi vida. Me planteé preguntas como ¿he desperdiciado mi juventud?¿qué será de mí en un futuro?. Esas abrumadoras preguntas me dejaban perplejo. Cuanto más pensaba en ello más angustiado acababa. Me planteé un cambio de ahora en adelante, pero no sabía por dónde empezar. Quería cambiar, llevar una vida mejor para tener un futuro digno, pero no sabía cómo hacerlo. Fueron tres mese muy agobiantes, me asustaba, no sabía qué hacer. Empezé a ir a clase, pero no entendía nada a pesar de mi enorme esfuerzo por lograr algo. Pedí ayuda a los profesores, pero éstos me contestaban que ese era mi problema, que no hubiese faltado todos esos años atrás. Creo que entré en una depresión, no estoy seguro. Estaba como en otro mundo. Mi tío salió de la cárcel pero se fue con mi tía dejándome a mí con mi enferma madre, la cual murió a las dos semanas, quedando yo al cargo de mis tíos. Comenzé a robar nuevamente por influencia de ellos. Una de mis preguntas obtuvo respuesta: ¿Había desperdiciado mi juventud? Sí. Y no sólo eso. También había arruinado mi vida. Todas las imágnes cuentan con licencia CC, sacadas de WIKIPEDIA.COM